Santo Domingo. Pequeñas fogatas indican donde antes estuvieron las casas en la hondonada conocida como el barrio Las Flores. Los niños correteaban en la noche, todavía sin cenar, entre los escombros.
Mientras, los adultos se lamentan y rebuscan bajo los maderos intentando rescatar algo de sus pertenencias. Algunos ya van levantando nuevos ranchitos con los restos de los antiguos. Otros prefieren resistir a la intemperie, "bajo las palmas", como el matrimonio de Eumelia Montilla y Angelo Bonilla.
Así continúan las noches de las más de 200 familias que fueron desalojadas, supuestamente por orden del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU), en áreas del Estado que, según afirman, se encuentran dentro del cinturón verde de Santo Domingo.
Una de las últimas viviendas en ser destruida fue la de Mercedes Ogando, que resistió en el interior de la casa, a medias atrincherada con sus seis hijos. "El coronel Julián Zapata dijo que me tiraran una bomba lacrimógena y cuando tuve que salir, él mismo me pegó en la cara", afirma.
No son pocos los que, como Altagracia Alcántara, denuncian robos por parte de los policías y los "tigueres" que ellos dicen participaron en el desalojo. "Yo tenía un colmadito y ellos me dijeron que recogiera mis cosas, pero en ese momento me sacaron el colchón y se llevaron RD$20 mil que tenía y un celular".
Las historias son similares y se repiten. Gregoria Cuevas asegura que el 15 de noviembre pasado su casa en Cristo Rey se le quemó y por eso llegó a vivir con un hermano, que ahora tampoco tiene techo sobre su cabeza, porque su vivienda fue demolida.
"Hasta la iglesia destruyeron, no respetaron la casa de Dios", casi llora el albañil Fausto Rosario, ante los escombros de la Iglesia Pentecostal Defensores de la Fe
Mientras, los adultos se lamentan y rebuscan bajo los maderos intentando rescatar algo de sus pertenencias. Algunos ya van levantando nuevos ranchitos con los restos de los antiguos. Otros prefieren resistir a la intemperie, "bajo las palmas", como el matrimonio de Eumelia Montilla y Angelo Bonilla.
Así continúan las noches de las más de 200 familias que fueron desalojadas, supuestamente por orden del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU), en áreas del Estado que, según afirman, se encuentran dentro del cinturón verde de Santo Domingo.
Una de las últimas viviendas en ser destruida fue la de Mercedes Ogando, que resistió en el interior de la casa, a medias atrincherada con sus seis hijos. "El coronel Julián Zapata dijo que me tiraran una bomba lacrimógena y cuando tuve que salir, él mismo me pegó en la cara", afirma.
No son pocos los que, como Altagracia Alcántara, denuncian robos por parte de los policías y los "tigueres" que ellos dicen participaron en el desalojo. "Yo tenía un colmadito y ellos me dijeron que recogiera mis cosas, pero en ese momento me sacaron el colchón y se llevaron RD$20 mil que tenía y un celular".
Las historias son similares y se repiten. Gregoria Cuevas asegura que el 15 de noviembre pasado su casa en Cristo Rey se le quemó y por eso llegó a vivir con un hermano, que ahora tampoco tiene techo sobre su cabeza, porque su vivienda fue demolida.
"Hasta la iglesia destruyeron, no respetaron la casa de Dios", casi llora el albañil Fausto Rosario, ante los escombros de la Iglesia Pentecostal Defensores de la Fe
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